sábado, 4 de junio de 2011

Y nunca olvides que yo estaré esperando siempre



Y aquella noche miraba al cielo; la luna no estaba pero mil estrellas decoraban aquella manta azul. La brisa marina acariciaba mi pelo y el viento susurraba en mi oído. El agua del mar resplandecía como nunca. Yo decidida, tiré mi ropa, dejé mis chanclas y junto a mi traje de baño caminé hacia la orilla. El agua fría acariciaba mi piel y me sentía libre por una vez.
Salí del agua, me senté en mi toalla y un día más me sentía sola. Mirando a mi alrededor comprobé que no lo estaba. Un chico alto, delgado, de pelo castaño y con los ojos color miel, estaba sentado en el otro extremo de la playa. Supongo que os preguntaréis que cómo pude ver hasta el más minimo detalle de
él si estaba tan lejos...
Le ví desde lejos sí, pero era mágico, era especial. era algo a lo que yo no estaba acostumbrada. Y es que aquello que es unico se observa de tal forma que nunca se te olvida.
La noche iba cayendo, yo seguía despierta observándole. Su imagen cada vez aumentaba más y más hasta que comprobé que estaba a mi lado. Me observó, miró hacia otro lado y me dijo :
- ¿Eres tú?
Yo quedé eclipsada, su mirada me dejaba en cierto modo ausente.
Le dije:
+ ¿Quién soy yo?
Fué algo extraño sentí una sensación extraña que recorrió todo mi cuerpo en unos instantes.
Él me susurro al oido:
- Tú eres lo que yo estaba buscando, tú eres algo que no es normal.
Mi piel se comenzó a sonrojar, mis ojos no podían evitar observarle. Me giró la cara y me dio un beso que jamás olvidaré.
Después de eso desperté, y a mi lado había una carta que decía:
- Siento haberme ido así sin más; pero solo quiero que sepas que cada noche que estes sola, recuerdes esa maravillosa noche. Y nunca olvides que yo estaré esperando siempre a que la luna nos observe
.

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